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Los retrasos en los cobros ya son un hecho

  • Existen algunos mecanismos que ayudan a las pymes y particulares a detener el impacto, como conocer bien al cliente y automatizar los cobros.

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Agustín Rodríguez

CEO de la empresa de soluciones tecnológicas para ciclo de crédito pfs

Tras unos años de exceso de liquidez, especialmente, tras la pandemia de 2020, cuando el Banco Central Europeo (BCE) la extendió y masificó para evitar un impacto económico del que todavía no nos hemos recuperado, nuestro PIB todavía no está al mismo nivel que el de 2019, a pesar de las ayudas. El último Informe Trimestral de la Economía Española, publicado en octubre, no visualiza la recuperación al nivel anterior de la pandemia hasta 2024.

El BCE ha mantenido los tipos de interés bajos y el gobierno ha repartido préstamos con avales ICO, que han permitido movilizar más de 140.000 millones de euros en financiación a pymes que ahora han de devolver. Esta situación ha tenido a la economía suficientemente adormecida y algunos negocios se han mantenido a flote en una situación menos rentable de lo que debería ser, porque la liquidez le permitía seguir adelante. Todo esto es lo que nos estamos encontrando debajo de la alfombra.

Uno de los impactos que más estamos sufriendo en la economía española es la subida de tipos de interés, cuyo impacto seguirá notándose a lo largo de 2023. Desde que en julio el BCE acabó con un periodo de seis años con los tipos a cero, estos se han ido elevando progresivamente para frenar la escalada de la inflación, buscando que los precios no suban tan rápido como lo están haciendo.

Las previsiones siguen situando a la inflación en unos niveles muy altos tanto este año como el que viene. Si a esto le añadimos la guerra de Ucrania, y el encarecimiento de las materias primas o la energía derivadas de esta invasión, la situación no será fácil para los particulares, ni para las compañías, los meses que vienen.

Entrando en el impacto para las empresas y su actividad comercial, los retrasos de los pagos de los clientes a proveedores, sobre todo en los mercados B2B (de negocio a negocio), ya se están produciendo. Empezamos a ver cómo ciertas empresas empiezan a sufrir retrasos en los pagos de facturas, más allá del plazo máximo de 30 días desde la entrega de los bienes o servicios facturados que marca la Ley de Morosidad.

En noviembre se conoció que 171.000 empresas reconocen que podrían cerrar por el impacto de la morosidad, en torno al 12% del total o tres puntos más que el año pasado, según el informe de la Gestión del Riesgo de Crédito en España, publicado por Crédito y Caución e Iberinform. Según los datos del estudio, la morosidad es una preocupación real para más de la mitad de las compañías españolas y un 60% ya han constatado un efecto negativo en sus cuentas, seis puntos más que en el anterior informe.

Para los segmentos corporativos, ante la escasez de tesorería y el aumento del coste en dinero, lo ideal es extender los pagos. En los últimos años, las grandes empresas estaban acumulando activos (stock) en sus balances porque el dinero era muy barato. A su vez, estas empresas contratan proveedores, compañías medianas y pequeñas y ahora, con una financiación mucho más costosa, por un lado, deshacen stock y por otro alargan los plazos de los pagos. Esto, como en anteriores ocasiones ha pasado, genera un efecto dominó, de los grandes hacia los pequeños.

Es, por tanto, importante empezar ya a protegerse mediante la anticipación a los impagos, sobre todo, para las pymes con negocios B2B. Efectivamente, hay mecanismos para prevenir el retraso en los pagos. Uno de ellos es conocer bien al cliente y su comportamiento como pagador, algo que se puede conocer a través de las bases de datos públicas. Una vez se dispone de esta información, hay que ser la opción con la forma de pago más fácil, mediante plataformas digitales y un work flow automatizado.

Si un cliente pide trabajar a crédito, se deben tener preparadas las contingencias, y lo más interesante es pedir un pago por adelantado una parte. Contar con sistemas y funcionalidades preparadas para hacer las facturas inmediatamente al hacer un trabajo, y que el cobro no se realice siempre por transferencia, sino a plazos, en adeudo inmediato, a cuenta o mediante nuevos mecanismos como bizum, será de gran ayuda para ser más ágil.

Además, para negocios B2C, hay que tener en cuenta que los particulares están viviendo momentos cada vez más difíciles, con la compra diaria y la hipoteca cada vez más caras. Cuando tienen muchos pagos para hacer frente y no necesariamente más liquidez, empieza a aparecer ese momento en el que tienen que priorizar un pago sobre otro. Por ejemplo, para el caso de colegios, gimnasios, distribuidores de servicios y en general empresas que tienen miles de clientes, es bastante interesante usar medios digitales para anticiparse a la fecha de pago, avisar de un impago de una forma amistosa (por ejemplo, el envío de un sms), y sobre todo, no provocar la pérdida del cliente por este tipo de gestiones que a veces pueden resultar incómodas o desagradables.

Las empresas deben estar muy atentos y actuar desde ya. Dado el entorno, no queda más remedio que ser defensivos en esta parte del negocio y tener paciencia hasta 2024, cuando se espera que la situación macro mejore y se pueda trasladar a un cierto crecimiento, una inflación menor y unos tipos, que si no bajan, al menos no sigan subiendo.

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